El símbolo del eneagrama está compuesto por un círculo, un triángulo y un hexagrama irregular; representando la energía espiritual, mental y física respectivamente. Se encuentran allí plasmados los nueve números que representan las energías que constituyen nuestra personalidad. Todos nosotros tenemos estas nueve aptitudes: organización, servicio, realización, creación, observación, compromiso, felicidad, fortaleza y paz. Pero no todos las tenemos desarrolladas de la misma manera. Cada uno de nosotros, tenemos desarrollado de manera predominante uno de estos nueve atributos y eso constituye nuestra esencia.
1.- El organizador: este eneatipo viene a aportar orden en el mundo. Definir un sentido de vida e ir tras él. Tener claridad en los valores y respetarlos.
2.- El servicial: su gran aporte es el amor. Aportan y dan servicio de muchas maneras y son compasivos con el otro.
3.- El realizador: son hacedores, personas de acción. Aportan dinamismo y tienen claros los objetivos. El logro es parte de sus mayores talentos.
4.- El creador: tienen el don de la capacidad creativa. Por momentos sienten que este mundo no es para ellos, pero al contrario, vinieron al mundo a aportar nuevas maneras de experimentarlo.
5.- El observador: poseen una gran capacidad intelectual y su aporte radica en su percepción y observación que permite descubrir conexiones que en apariencia no estaban ahí.
6.- El comprometido: son leales y bondadosos. Vienen a resaltar el valor por la familia y los amigos. Son quienes nos enseñan la importancia de la responsabilidad.
7.- El entusiasta: tienen innata la capacidad de ser resilientes. Traen aparejado mucho dolor en sus vidas para aprender así, la energía de la plenitud. Aportan un gran aprendizaje sobre cómo vivir la vida desde el disfrute.
8.- El fuerte: son valientes y atrevidos. Están listos para la batalla. Nos aportan la capacidad de ir tras aquello que nos hemos propuesto. Hay en ellos una mirada profunda sobre la fortaleza interior.
9.- El pacificador: son personas con una extraordinaria conexión con lo inefable. Nos enseñan la armonía de la vida, la integración de los opuestos. La importancia de fluir.
Ahora tomemos en cuenta que no alcanza con saber "cuál es mi esencia" o mi eneatipo predominante. No alcanza con saber qué eneatipo soy; a esa esencia para que brille en nosotros hay que desarrollarla.
Nos pasamos mucho tiempo en más de una ocasión intentando cambiar algo que es inherente a nosotros mismos, una cualidad que sentimos que no encaja; cuando muchas veces, en su lado luminoso, muestra quien realmente somos.
Para alcanzar un verdadero brillo en nuestro ser interior hay que revisar y trabajar nuestras creencias. Como bien dijo Henry Ford "Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, de igual manera tienes razón".
La epigenética nos muestra como las células inteligentes de nuestro organismo tienen una misión y un propósito: buscan activamente entornos que permitan su supervivencia y evitan los que les resultan tóxicos u hostiles. ¿Qué tiene que ver esto con la esencia? ¿Y con las creencias? Mucho.
El medio ambiente que nos rodea incide directamente en nuestra genética. Y ese medio externo es un hecho, que interpreto distinto de acuerdo a mi propio observador, al tipo de persona que soy, a la manera en que veo el mundo; y si las células de mi cuerpo se ven afectadas de acuerdo al entorno al que me encuentro expuesto, pero definitivamente soy yo mismo quien define ese entorno de acuerdo a mi propia interpretación; entonces depende de mi el condicionamiento genético. Mas aún, depende de las creencias que tengo.
Dependerá entonces de cómo quiero y elijo ver el mundo, la manera en que mi esencia más profunda salga a la luz; y por ende, de ello dependerá en la persona que me convierta.
Pero una esencia no es solo su energía predominante y las creencias arraigadas a esa misma energía, es también y en sentido complementario: sus alas.
Recordemos que la esencia es el atributo predominante de nuestro ser, aquello que rige nuestra alma. Es el instrumento musical que venimos a tocar a este plano. En el eneagrama, las alas representan los atributos que se encuentran a cada lado de la esencia, las que, si se desarrollan correctamente y en luz, logran equilibrarla.
Entonces, estas son las que resguardan y equilibran el desarrollo de nuestra esencia. Las alas activadas y en luz aportan cualidades que permiten equilibrar bien la energía psíquica. La persona se convierte en algo así como un avión planeador: sereno, libre y liviano.
En cambio, cuando se desarrollan las alas en sombra, la persona es como un avión de guerra: cargado de bombas, peligroso, pesado. Y por último cuando las alas directamente no están desarrolladas la persona es como un misil: sin equilibrio y con enormes posibilidades de estrellarse contra el suelo.
Para resumir los elementos básicos de esta técnica (y solo los básicos) nos quedaría hablar de los brazos, pero eso será tema de otra nota. Lo que podemos adelantar aquí es que los brazos son aquellos que nos permiten "hacer" la acción ejecutada estará de la mano de los caminos de integración o desintegración que tome y el modo en que responda a ellos.
El eneagrama es una técnica ancestral que permite tomar una foto de nuestro presente y ver cómo estamos desarrollando nuestra consciencia, donde están localizados nuestros miedos, donde radican nuestros desequilibrios, y por sobre todo cuán conectados estamos o no a nuestra esencia.
02 Ene 2020
10 Abri 2020
14 May 2021
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